La leche de soja


Son cada vez más los expertos que afirman que los productos fermentados de soja -el miso, el tempeh, la salsa de soja y el natto- se pueden ingerir pero con mucha moderación porque si no también son dañinos pero no es en modo alguno aconsejable tomar los que contienen ese alimento sin fermentar, leche de soja incluida. No solo no tendrían las propiedades beneficiosas que se les atribuye sino que pueden perjudicar gravemente la salud.
Algunos de los estudios realizados hace años pero de los que hemos tenido conocimiento recientemente,  ponen en entredicho algunas de esas cualidades, especialmente en lo que a las proteínas de la soja se refiere cuando ésta no han sido fermentada. Y es que se asegura ahora que, en contra del mensaje interesado que durante décadas ha estado lanzando la industria de la soja, en Oriente -de donde este alimento es originario y donde según se nos ha hecho creer se consume a diario
en cantidades importantes, algo que se supone explicaría la buena salud general de los orientales- no es consumida de forma directa ni frecuente sino en pequeñas cantidades, de vez en cuando y siempre transformada en subproductos fermentados.
Por tanto todo indica que la soja sigue guardando secretos… o más bien la industria que la comercializa que no quiere que lleguen a oídos del consumidor algunos aspectos de este alimento oriental que podría dañar seriamente su imagen y sus ventas.
UNA VERDAD INCÓMODA 
“La soja es naturalmente tóxica ya que contiene antinutrientes y sustancias que alteran nuestros equilibrios hormonales. Y en su procesamiento se añaden otros venenos. Ademas en su mayoria es transgenica”.
“Un estudio del uso histórico de la soja en Asia muestra que sólo fue usada por los pobres. Éstos, cuando no tenían nada que comer, consumían frijoles de soja pero preparándolos cuidadosamente para destruir antes todas sus toxinas”. Asimismo explicaria que la soja solo se consumia tras su fermentación.
“La soja es sólo un complemento alimenticio que se utiliza fundamentalmente como condimento en forma de salsa de soja y en otros productos fermentados que ni se comercializan ni se toman apenas en Occidente como el miso, el tempeh o el natto”.
Las fórmulas de leche de soja rara vez se usaban en Asia para alimentar a los niños”.. La leche de soja, aparte de ser dañina para los niños, es difícil de preparar.
Por lo que respecta a lo sostenido por la industria acerca de que “la soja contiene ácidos grasos omega 3 beneficiosos” se puede decir que “los procesos de elaboración de la mayoría de los productos a base de soja se desarrollan a altas temperaturas que desnaturalizan los ácidos grasos poliinsaturados y producen acidos grasos trans-inactivos.
Otro motivo de alarma sería el hecho, de que “se ha comprobado que las fórmulas infantiles basadas en la soja pueden contener hasta 200 veces más manganeso que la leche de lactancia natural y como su exceso se acumula en los organos internos, incluyendo el cerebro, podria producir daños”.
“La industria de la soja no puede excusarse ya que sabe que la soja es patógena desde hace decenas de años. Por ejemplo, sabe que la soja contiene agentes baciogenos desde hace mas de 60 años”.
Tampoco está claro,  que la soja reduzca el colesterol y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares pues este alimento “contiene hemaglutininas, unas sustancias que promueven la formación de coágulos sanguíneos responsables de accidentes cerebrovasculares, trombosis, etc.
Bien, pues a todo esto habría que añadir que casi el 95% de la soja que llega a nuestras mesas es transgénica por lo que los productos derivados de ella serían aun mas toxicos y las consecuencias de su consumo impredecibles.
Resumiendo, la industria alimentaria sabe desde hace años que la soja –incluida la que no es transgénica- contiene toxinas y antinutrientes que pueden perjudicar la salud pero se ha limitado a pregonar sus bondades ocultando interesadamente los datos que podrían estropearle el negocio. Hoy, gracias a las voces de algunos disidentes, los consumidores empezamos a ser conscientes de que los procesos industriales no logran eliminar completamente los agentes patogenos que contienen como aseguran los vendedores de productos de soja.
En suma, son cada vez más los expertos que afirman que los productos fermentados de soja -el miso, el tempeh, la salsa de soja y el natto- se pueden ingerir pero con mucha moderación porque si no también son dañinos pero no es en modo alguno aconsejable ingerir los productos que contienen ese alimento sin fermentar, leche de soja incluida.

El articulo completo en : http://www.dsalud.com/alimentacion_numero121.htm