Ejercer de abuelos puede ser un factor favorecedor para un envejecimiento mental armónico. Al cuidar y educar a sus nietos están poniendo en marcha su afectividad positiva, y una labor que les resulta altamente agradable y gratificante.
Los abuelos personalizan ante todo la memoria y las relaciones entre generaciones. De esta forma el adolescente toma conciencia paulatinamente de que es un eslabón más en una cadena de seres humanos que nacen, viven, crecen, actúan, se reproducen, envejecen y mueren, dejando paso a otras generaciones.
El adolescente tomará así nota de su responsabilidad para conservar y transmitir el acerbo sociocultural de su familia, sin que ello sea obstáculo para adoptar las nuevas tendencias que surjan en su vida.
Generalmente las "viejas historias" del abuelo suelen despertar interés en los niños y adolescentes y les sirven para comprender el lugar que ellos ocupan en el clan familiar.
Los adolescentes, en general, mantienen una relación entrañable con sus abuelos, sin los pequeños conflictos que pueden salpicar las relaciones con sus padres. Les convierten en sus confidentes y amigos. Ello contribuye a paliar la inseguridad existencial que a menudo asoma en esta etapa de la vida.
Los padres, muy ocupados con los afanes de la vida propios de los adultos en plena edad laboral, dejan al adolescente abandonado con sus pensamientos e inquietudes. Los abuelos pueden acompañar con su experiencia, calma y tiempo al adolescente, para que no se encuentre solo ante si mismo.
Los abuelos están blindados contra el desanimo; la vida les ha enseñado que el mundo es como es y que los jóvenes son como son, mayoritariamente magníficos, pero no como los soñamos o como quisiéramos que fuesen.
Los adolescentes consideran a sus abuelos como aquellos que escuchan con interés y paciencia todos sus planes y sueños, quienes les apoyan cuando se sienten tristes o incomprendidos. Además son los que más reconocen sus logros y triunfos.
En la sociedad actual con unos padres muy ocupados, la figura de los abuelos ha incrementado su importancia, como custodios y educadores de sus nietos, importante para la maduración de niños y jóvenes. ¿Quién no recuerda a sus abuelos con cierto halo de nostalgia? Ese recuerdo tiene, casi siempre, entrañables resonancias sentimentales y afectivas. En el hogar de sus abuelos encuentra el adolescente uno de esos lugares de sosiego en su vida y los nietos endulzan los sinsabores del inexorable envejecimiento de los abuelos En la relación abuelos – adolescentes, surgen algunos problemas:
1. Excesivamente permisivos. Los abuelos permiten a los nietos ciertas cosas que los padres no consentirían.
2. Excesivamente generosos con sus nietos, dándoles por ejemplo dinero. En esta materia el acuerdo con los padres debe ser total.
3. Los criterios de los abuelos a la hora de educar a los nietos deben coincidir con los de los padres. No es beneficioso para el adolescente que cada uno tire de su lado.
En este sentido, los abuelos no deben interferir, si los padres están sancionando una falta cometida por el pequeño. Preguntarle al nieto, cuando pide que se le compre algo, si la mamá o el papá van a estar de acuerdo con esa compra. En circunstancias normales de la vida los abuelos procurarán, de entrada, no quitarles la razón a los padres cuando los nietos vienen con una queja.
Los primeros responsables de la educación de un hijo son sus propios padres, pero la experiencia de los abuelos, basada en las dilatadas y variadas circunstancias que han vivido, les va a ser de gran utilidad y eficacia para ayudar a sus nietos a creer en sí mismos y a potenciar la propia estima del adolescente.