Obsolescencia programada

Un producto que dure siempre es un mal negocio para las empresas, por lo que es práctica habitual crear cosas con fecha de caducidad programada, cuando realmente la tecnología existente permitiría un mucha mayor duración del mismo.

Esta practica se denomina obsolescencia planificada (también conocida como obsolescencia programada) y consiste en la determinación, planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio.
 La obsolescencia planificada tiene un potencial considerable y cuantificable para beneficiar al fabricante dado que el producto va a fallar en algún momento, obligando al consumidor a que adquiera otro producto nuevamente, ya sea del mismo productor (mediante la adquisición de una parte para reemplazar y arreglar el viejo producto o mediante la compra de un modelo del mismo más nuevo), o de un competidor, factor decisivo que también se prevé en el proceso de obsolescencia planificada.
A estas alturas, ninguna persona con dos dedos de frente ignora que, al menos en lo que concierne a los países desarrollados, tenemos acumulada suficiente riqueza para vivir holgadamente durante mucho tiempo. Las desigualdades sociales existentes no derivan de la escasez, sino de una distribución injusta.
La obsolescencia planificada fue desarrollada por primera vez entre 1920 y 1930, momento en el que la producción en masa empieza a forjar un nuevo modelo de mercado en el cual el análisis detallado de cada parte del mismo pasa a ser un factor fundamental para lograr su éxito.
En conjunto, hemos producido bienes de consumo en cantidad suficiente como para permitirnos el lujo de permanecer durante una década sin producir, aparte de alimentos, más que un pequeño contingente de mercancías destinadas a la reposición.
Aunque las fábricas funcionasen tan sólo al diez por ciento de su capacidad, es seguro que no faltaría el abastecimiento de los productos secundarios. Se cuenta que el hombre feliz no tenía camisa, pero cuando cada habitante de los países ricos tiene ya una docena de camisas en su armario parece que debería ir pensando en buscar la felicidad.
Para la industria, la obsolescencia planificada estimula positivamente la demanda al alentar a los consumidores a comprar de forma artificialmente acelerada nuevos productos si desean seguir utilizándolos.
El objetivo de la obsolescencia planificada es el lucro económico inmediato, por lo que el cuidado y respeto del aire, agua, medio ambiente y por ende el ser humano, pasa a un segundo plano de prioridades. Cada producto que se vuelve obsoleto, supone contaminación. Es un evidente problema del actual sistema de producción y económico: no se ajusta en absoluto a la armonía y equilibrio de la naturaleza.
¿Por qué no se hacen leyes contra este abuso de la obsolescencia programada? La respuesta es el mantenimiento del consumo. Alimentando el círculo tan vicioso como estúpido de fabricar, comprar, tirar, volver a fabricar, se mantiene el motor de una economía absurda de la que obtienen beneficio los fabricantes. Ah, y el empleo, no se olvide: así se mantienen millones de empleos basura ocupados en la fabricación de basura.
Esta maraña de contradicciones del sistema se han enredado hasta formar un nudo gordiano que las élites políticas son incapaces de deshacer. Faltos de la decisión, los dirigentes sólo saben pedalear para que la bicicleta no se detenga. Aunque no sepamos con qué objeto ni hacia qué destino, la consigna es seguir dando pedales
“Nos han convencido de que hay que trabajar, no sólo hay que trabajar, sino que hay que trabajar ocho, nueve o diez horas; porque, como aquello de disminuir las horas de trabajo no iba por buen camino, hay que inventar la fabricación de inutilidades. Pero, son inutilidades que no sólo tenemos el trabajo de comprarlas, sino que antes hay el trabajo de fabricarlas, manteniendo el trabajo inútil y, por lo tanto, dando a los gobernantes la justificación de la creación de puestos de trabajo”.
En  Youtube se puede ver este  video que habla de cosas que sabíamos, pero que le da nombre concreto y confirma aquello a lo que Ghandi se refería cuando dijo: "El mundo es suficiente para cubrir las necesidades de todos, pero nunca será suficiente para la avaricia de unos pocos".