Se pone de manifiesto la lenta pero grave brecha que se abre entre tercera edad y las nuevas tecnologías.
El último barómetro de consumo que se hizo en 2007, ya alertaba de que la tercera edad está cada vez más alejada de las nuevas tecnologías. Que una persona mayor de 60 años tenga un ordenador en casa es aún en España algo minoritario y, que además se conecte a Internet, resulta incluso sorprendente. Poco más del 12% de las personas de esta edad encajaba entonces con dicho perfil y, a día de hoy, el porcentaje no ha aumentado sensiblemente. Los datos ponen en evidencia que tampoco se interesan por la adquisición y uso de los nuevos aparatos que invaden el mercado. Existe una brecha digital que los separa del resto de la población y que no se reduce con la creciente sofisticación e innovación tecnológica.
¿Es algo que deba preocuparnos? Sin ninguna duda. Al ignorar este problema se desaprovecharían las posibilidades de la tecnología como aliada para un colectivo formado por un gran número de personas con problemas de salud y movilidad que, por desgracia, en ocasiones son además víctimas del aislamiento.
Los mayores, encuentran múltiples barreras que han servido para abrir esta brecha. Derribarlas no es tarea fácil, pero puede ser la única solución para tender una pasarela que les ayude a subirse al tren digital antes de perderlo definitivamente.
Muchos Mayores asocian directamente el concepto de "tecnología" con el de "complejidad". Y no es de extrañar, si pensamos que esta se incorporó en su cotidianeidad en la edad adulta. A ello se le añade que algunos jamás usaron un ordenador en su trabajo, muchos tienen un bajo nivel general de alfabetización con el que enfrentarse a este tipo de novedades y pocos conocen el inglés, la lengua tecnológica por excelencia.
Concienciarles(no solo desde la Administración, sino también desde el círculo familiar de la mano de los hijos o los nietos) de las ventajas que puede ofrecerles la tecnología, sería un primer paso para que el término "complejidad" se transforme en "utilidad". Hacer compras y trámites, recibir atención médica o conocer a personas con los mismos intereses o inquietudes son algunos ejemplos de lo que pueden hacer desde casa si la encuentran como una aliada y no como algo ajeno a sus intereses. En este sentido, es significativo el estudio realizado por AXA, que revela que los jubilados británicos, que al parecer ya han percibido las ventajas de navegar por Internet, han convertido esta actividad en su hobby favorito.
Poner sobre la mesa esta noción de "utilidad" es además una manera de luchar contra el recelo que lo digital suscita entre este colectivo. La idea alarmista de que Internet es un refugio de pederastas y un ámbito en el que la estafa está a la orden del día debe ser sustituida por la de que en el mundo digital debe tenerse simplemente la misma cautela y sentido común con los que nos conducimos en la vida cotidiana.
No obstante, la información, los esfuerzos de la Administración y de algunas iniciativas privadas por impulsar la alfabetización informática no sirven de nada si no van acompañados por un esfuerzo real por parte de la industria de adaptar la tecnología a la tercera edad. Ofrecerle entornos gráficos y dispositivos fáciles de usar y acordes con sus condiciones físicas es clave para que, una vez dado el paso de acercarse a la tecnología, dicho acercamiento tenga éxito. Las personas con un estatus económico más bajo hacen menor uso de la tecnología. Y a este sector pertenecen muchos pensionistas que, con unos recursos bastante ajustados para llegar a fin de mes, no pueden hacer frente al coste elevado de los aparatos ni a unos precios de conexión a Internet de los más caros de Europa.
En este punto, la Administración tiene mucho que hacer, con la subvención de la adquisición de tecnología a las personas carentes de recursos, velando por la existencia de una competencia real en el sector de las telecomunicaciones que abarate los servicios, controlando que estos sean de calidad, para que el esfuerzo económico valga la pena, y proporcionando espacios públicos de acceso a la tecnología para quien no puede permitirse tenerla en casa.
Numerosos expertos, tanto en Internet como en sociología, defienden que el uso de la tecnología por parte de los mayores mejora la comunicación y la relación intergeneracional, facilita la actividad y el bienestar psicológico y fomenta la creatividad y el ejercicio de la mente, además de favorecer la adaptación a sus nuevas condiciones de vida. Hay muchos granos de arena que aportar para que el aprovechamiento de todo este potencial sea finalmente una realidad.
Via : Eroski Consumer