El presupuesto del Ministerio de Defensa para el año 2011 fue fijado en los Presupuestos Generales del Estado en 8500 millones de euros. Esta cantidad, en principio, podría parecer modesta para un país como España si no fuera porque no es más que un artificio contable para esconder un presupuesto militar muy superior. Usando el mismo mecanismo que se le ha permitido a Grecia, el país en peor situación de la Zona Euro , esconder el cuarto mayor gasto militar del mundo, el Gobierno español reparte todos los años el presupuesto real de defensa en múltiples ministerios. Así, si contamos los gastos correspondientes a Guardia Civil (imputados a Interior), clases pasivas militares (a Seguridad Social), organismos militares internacionales (a Exterior) y los créditos a I+D militar (a Industria), nos encontramos con un incremento adicional de más de 16000 millones de euros, lo cual triplica el presupuesto hecho público. Este mecanismo tiene un doble efecto perverso: por un lado, oculta los impopulares gastos militares y, por otro, infla los presupuestos de otros ministerios que se pueden considerar más útiles para la sociedad, imputándoles gastos militares que se restan de su presupuesto real.
Desde este punto de vista, quizás el caso más sangrante es el de I+D militar. Escondido en un concepto tan atractivo como I+D, e imputado a un ministerio que se asocia con la promoción de la actividad económica y el trabajo como es Industria, desde 1997 se han estado otorgando créditos blandos a la industria militar al 0%. Los créditos son tan ‘blandos’ que de los casi 15000 millones de euros prestados desde aquel año, sólo se ha devuelto el 1%. Hay que señalar que el 11% de todo lo que España destina a I+D va a defensa. Esta cantidad es 1,5 veces todo el presupuesto de investigación científica (incluido todo el CSIC) y 3 veces la investigación sanitaria.
El presupuesto oficial de defensa que mencionábamos al principio (8500 millones de euros) supone sobre el papel un 7,7% de reducción sobre el del año anterior. Ya de por sí la reducción es inferior a la que se ha aplicado a otros ministerios de fuerte impacto social como son Educación, Sanidad y Servicios Sociales, que rondan el 8,2% de recorte. Pero es que, además, todos los años se anuncia una reducción del presupuesto de defensa que finalmente nunca tiene lugar. Así en los presupuestos del año 2010 se anunció un recorte del 6,2% y, al finalizar el año, lo que había habido era un incremento del 10%. El motivo son las misiones militares en las que España está involucrada. Estas misiones siempre suponen gastos no previstos, que en el año 2010 incrementaron en más de 500 millones de euros el presupuesto inicial. Este año, por ejemplo, el bombardeo de Libia no estaba incluido en los presupuestos del 2011, con lo que el esperado descenso de gastos militares volverá a convertirse en un incremento.
Estas misiones militares, tales como la de Afganistán o Libia, no sólo nos salen caras en momentos de crisis sino que, sin abandonar un punto de vista de economía crítica, tras un pretendido humanitarismo sólo esconden el control y la apropiación de intereses energéticos y de zonas de alto valor geoestratégico.
Financiación exclusiva del ejército por el Ministerio de Defensa, sin ocultación de partidas en otros ministerios. En este sentido, se exige la reducción del gasto de I+D militar para destinarlo a actividades sostenibles (energías renovables y ahorro energético, medicina, etc).
Creemos en una economía al servicio de las personas. Por lo tanto, nos negamos a intervenir en operaciones militares que bajo el paraguas de un supuesto humanitarismo tienen como única intención el control de intereses energéticos o geoestratégicos.Via: 15M