El Medicamento Agreal: una historia de terror y suspense

El Libro El caso Agreal: la responsabilidad por daños por medicamentos de los profesores Antonio Piga y Teresa Alfonso, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) y el abogado Felipe Holgado, quienes han dirigido la estrategia jurídica de las demandantes en el proceso. Éste comenzó en 2005 tras la retirada del medicamento (Veraliprida-Agreal), del laboratorio mutinacional Sanofi Aventis(que se recetaba para los sofocos de una no enfermedad, la menopausia). Estuvo más de 20 años comercializándose en varios países europeos entre ellos España y aún hoy, (que es de lo más escandaloso), se vende en muchos países incluidos algunos de América Latina como México.
Las normas de seguridad se supone que son muy rigurosas, al menos en España y en los “países de nuestro entorno” (en América Latina los medicamentos no suelen siquiera tener prospecto, aquí es malo pero allí ni eso). Tras lo sucedido cabría preguntarse por el papel de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
Agreal es un caso paradigmático de lo que sucede con muchos medicamentos, peligrosos y en ocasiones mortales además de inútiles e ineficaces.
Había pendientes juicios por unas 4.000 demandas hace unos años cuando todo comenzó pero no sé cuantos se han celebrado y cuantos quedarán, muchos en cualquier caso.
Este neuroléptico “destroza” los nervios de manera irreversible en muchos casos,incita al suicidio como se reconoció en las primeras sentencias favorables a las demandantes, crea síndrome de abstinencia. Sin embargo, la actitud de la multinacional ha sido, de constante entorpecimiento de los procesos judiciales. Que las miles de afectadas no les importan lo ha dejado claro uno de los abogados de Sanofi Aventis presente también esta mañana, creo que se llama Juan Gilabert, con el mantra: “la industria está para ganar dinero“. Ya, obvio, ninguna empresa se mantiene si no obtiene más ingresos que gastos pero yo creía que Sanofi Aventis se dedicaba a fabricar buenos y necesarios medicamentos para ayudar a sanar a las personas. Pues parece que no, que eso es circunstancial, que primero la pasta y luego ya veremos si sanas… o empeoras (y todo por unos sofocos); un discurso propio de un perfecto tecnócrata por dentro-obtuso por fuera.
El libro, un verdadero thriller de terror: comisiones de expertos ad hoc en el Ministerio de Sanidad con claros conflictos de interés para exculpar al medicamento; la Agencia Europea de Medicamentos que lo retira poco después; una Ley de Consumidores reformada en 2007 por la que la carga de la prueba recae en el demandante y no en el laboratorio en este caso (¿quién hace la ley hace la trampa en este país?); unos jueces desensibilizados que siguen creyendo que es imposible que los medicamentos hagan daño a las personas y se postulan en favor de los grandes laboratorios, informes de toxicología de instituciones públicas que favorecen al laboratorio y cuya redacción es muy similar a lo documentado por la compañía, etc.
O la ciudadanía presiona a todos estos estamentos o tanto daño va a continuar impune.