EL AGUA EN EL ASMA Y EN LAS ALERGIAS

El asma y las alergias son igualmente indicadores de que el cuerpo ha recurrido a un aumento en la producción de histamina ante la falta de agua. Está constatado que en los asmáticos hay un incremento del contenido de histamina en sus tejidos pulmonares y que es precisamente esa sustancia la que regula la contracción muscular bronquial.
A fin de cuentas, los pulmones son uno de los órganos que tienen mayor pérdida de agua a causa de la evaporación que provoca la respiración.
La histamina, pues, se produce para evitar la constricción bronquial. Se trata, por tanto, de una maniobra simple y natural para preservar el agua. Obviamente, cuando el estado de deshidratación es importante se libera una cantidad exagerada de histamina.
Por eso beber la cantidad adecuada de agua diariamente ayuda a aliviar y prevenir tanto el asma como las alergias.
Debe añadirse, en cualquier caso, que otro papel importante en el asma lo desempeña el sodio (que normalmente se ingiere con la sal o cloruro sódico). Y es que cuando hay escasez de agua el cuerpo empieza a retenerlo.
Por otra parte, en algunas personas la escasez de sodio en el cuerpo puede producir los mismos síntomas que en el caso de la falta de agua. Conviene pues que en las crisis asmáticas graves se tome abundante agua con una pizquita de sal (póngala bajo la lengua sin que toque el paladar para que no lo irrite) ya que ésta es un antihistamínico natural.
Además, si bien el agua mantiene el paso del aire húmedo y evita que los conductos se sequen cuando el aire entra y sale de los pulmones, en las primeras fases del asma se secreta moco para proteger los tejidos de las vías respiratorias pero a veces en demasiada cantidad y el moco se queda pegado a las paredes evitando el paso normal de aire por ellas.
Afortudamente, el sodio es un rompedor natural del moco.
En suma, para Batmanghelidj el asma no es una enfermedad sino una adaptación fisiológica del cuerpo a la deshidratación y a la restricción de sal que se manifestará siempre que no se preste suficiente atención al consumo de agua y de sal. Por eso basta una pizca de sal en la lengua después de beber agua para hacer creer al cerebro que un montón de sal ha entrado en el cuerpo y relaje los bronquiolos.